A todos nos suenan muchas cosas de Lisboa, es más para nosotros ir a Portugal no es ir al extranjero. Todos comemos «bacalao dorado», pastelitos de Belem, sabemos de las fachadas con azulejos (igual que en Olivenza). A todos nos suenan los fados y…¡María, la portuguesa!.
Cuidadito nos advierte, una Guardia Civil. Ni es un fado, ni la historia es cierta....
Parece que sabéis mucho -dice una GNR- pero....Lisboa es la capital de Portugal y de eso no tenéis duda pero ¿sabíais que nunca ha sido declarada oficialmente como tal? A diferencia de otras ciudades europeas, no existe un documento que atestigüe la capitalidad de la ciudad de las Siete Colinas.
¿Siete colinas?¿Esto no era Roma? -Preguntamos- La capital portuguesa es popularmente conocida como la ciudad de las siete colinas. São Jorge, São Vicente, São Roque, Santo André, Santa Catarina, Chagas y Sant´Ana son las siete colinas sobre las cuales se asienta Lisboa, visibles desde el estuario del Tajo.
Pero hay otros muchos datos de la ciudad sorprendentes y que nos van a venir de perlas para organizar nuestra particular visita virtual por la ciudad.
*En Lisboa está la iglesia en la que se casó Cristóbal Colón. Los españoles asociamos Cristobal Colón con nuestra historia y con el descubrimiento de América. Pero, realmente fue un navegante genovés que tuvo vinculación con Italia, España y Portugal. el lugar se corresponde con la actual iglesia de Santiago, a los pies del Castillo de San Jorge.
* En Lisboa Cristo es el rey. Con los brazos abiertos como su gemelo de Río de Janeiro, el Cristo lisboeta no es redentor sino rey. Fue en Fátima, en 1940, cuando un concilio episcopal decidió erigir este santuario para pedirle a Dios que Portugal no entrara en la II Guerra Mundial. Finalmente el país se mantuvo neutral, y el templo empezó a construirse en 1951, concluyéndose siete años más tarde.
* Lisboa, también fue un nido de espías alemanes, americanos e ingleses durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de que Portugal permaneció neutral durante el conflicto, la capital se convirtió en un centro neurálgico del espionaje siendo su reputación tal que hasta se menciona en la película Casablanca.
Sin embargo, avistó una bandada de cuervos sobrevolando de forma insistente un mismo lugar, la ubicación exacta donde posteriormente fueron encontrados los restos mortales del santo.
Durante su viaje de vuelta a Lisboa, el barco estuvo siempre acompañado y protegido por dos cuervos. Curioso, ¿a que sí?
* Bajo el suelo de Lisboa se halla una de las atracciones menos conocidas de la ciudad: las catacumbas romanas de Rua da Prata. Unas catacumbas que datan del siglo I d.C. y que ¡solo pueden ser visitadas durante tres días al año! Una experiencia increíble para quien haya tenido la suerte de poder visitarlas.
¿Catacumbas en Lisboa?
En 1771, durante el proceso de reconstrucción de la Baixa tras el terremoto (1755) que destruyó buena parte de sus edificios, se descubrieron estas catacumbas romanas, cuya estructura había sobrevivido al seísmo. Datan, nada menos, que del siglo I después de Cristo.
En un primer momento, debido a una inscripción dedicada al dios de la medicina Escolapio, se pensó que se trataba de unas termas. Sin embargo, durante los años ochenta del pasado siglo, un equipo de arqueólogos confirmó que, realmente, se trataba de unas catacumbas que los primeros cristianos utilizaron como lugar de culto.
El acceso a las catacumbas se hace a través de una alcantarilla (¡no es broma!), a través de la que llegamos a unas estrechas escaleras que nos conducen hasta los túneles. Durante los tres días al año en que están abiertas, es curioso observar cómo grupos de gente van siendo tragados por la tierra y conducidos, de la mano de un arqueólogo, por las entrañas de Lisboa. ¡Todo un viaje en el tiempo de apenas 15 minutos!
Antes de zambullirnos en el mundo oculto de las catacumbas, hará falta saber qué significaba pertenecer a una religión minoritaria en el siglo I, hasta qué punto eran estas perseguidas.
El testimonio histórico reconoce que se llevaron a cabo violentas persecuciones contra los cristianos, por las causas más dispares, pero también es cierto que existía la libertad religiosa.
No se trataba de que todos los emperadores que persiguieron a los seguidores de Cristo recelasen de esta nueva religión, ni mucho menos, este tipo de sensaciones correspondían más bien a los pensamientos simples de la plebe. Mientras que el populacho aplaudía las masacres al considerar a los cristianos seguidores de un criminal crucificado y, por tanto, instigadores de revueltas y maldades dentro de los confines del Imperio, o caníbales por sus ritos eucarísticos, las razones que llevaron a actuar a los emperadores resultaron más elaboradas.
Los cristianos significaban una grave molestia para la cuidada sociedad romana desde el momento en que no admitían la existencia ningún Dios más allá del suyo, desdeñando la existencia de Júpiter o la divinidad del César. A diferencia de otras religiones que aceptaban la existencia de dioses ajenos y suponían que ocurría algún tipo de enfrentamiento celestial entre ellos para hacerse con el control de los hombres. Por otro lado, la ideología cristiana situaba a todos los seres humanos a la misma altura, sin degradaciones sociales de ningún tipo: una idea incómoda en grado sumo cuando al hablar de Roma nos referimos a una sociedad fundamentalmente esclavista.
Primer fallo habitual a la hora de observar las catacumbas cristianas, pensar que se utilizaban para enterrar a sus difuntos de forma clandestina. La proximidad de estas al trazado urbano, así como la ingente cantidad de tierra que debían de extraer para construirlas, hace patente desde este primer vistazo que no era posible excavar ninguna catacumba sin que lo supiesen, como mínimo, todo el vecindario y unos cuantos más. Esto quiere decir que ni eran secretas ni se excavaban a escondidas de sus perseguidores.
Lo qué sí se supone más acertado sería considerar, en primer lugar, las costumbres romanas de enterrar a los difuntos en necrópolis (cementerios) situados en los extramuros de las urbes, siguiendo su tradición de separar las ciudades de los vivos y de los muertos. Los primeros mártires cristianos fueron enterrados en estas necrópolis, como ocurrió con San Pedro y San Pablo, pero un factor determinante terminaría por empujar a los cristianos a cavar las catacumbas. Este sería que muchos romanos incineraban a sus difuntos, nunca llegaron a colapsar las necrópolis, mientras que los cristianos seguían la tradición judía a la hora de conservar los cuerpos de sus muertos, al igual que se hace hoy. Esperan el día en que cuerpo y alma se reúnan tras el Juicio Final, eliminando definitivamente la dolorosa separación entre lo físico y lo espiritual que comenzó con el pecado original.
Este colapso de cuerpos cristianos en las necrópolis que no estaban preparadas para semejante aforo, llevó a buscar una nueva solución para evitar la acumulación de cadáveres. Fue en el siglo II cuando comenzaron a cavarse las primeras catacumbas para albergar los cuerpos cristianos, ayudándose de que el subsuelo lo componía una piedra porosa y de fácil extracción.
En cuanto a su etimología, la denominación latina que se dio a los escombros extraídos, ad catacumbas, de las cavidades, nombró a las catacumbas. En sus comienzos no eran más que estructuras estrechas, no demasiado profundas, pero con el paso de los años (y de los fallecidos) terminaron por llegar a los 12 niveles y a componer una extensa red subterránea de hasta 600 kilómetros.
Investiga....¿Qué clase de ceremonias se celebraban en las catacumbas?¿Dibuja y explica el significado de al menos 5 símbolos encontrados en las catacumbas.
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