Hoy hemos amanecido con una noticia triste la Guardia Civil nos informa de un fratricidio en los Santos: un hermano a matado a los otros dos.
Los GRN nos preguntan dónde está exactamente Los Santos de Maimona.
Les decimos que cuando vayan a Badajoz no dejen de visitar este precioso pueblo donde Francisco González, albañil de profesión, quiso construirse hace dos décadas una casa en el campo muy particular. Se la conoce como «el capricho de Cotrina» y sin conocer ni a Gaudí ni ha su obra hizo una maravilla que le ha servido para ser conocido como «el Gaudí extremeño».
Sin embargo hoy, Los Santos ha saltado a los medios de comunicación por una triste noticia.
El fratricidio (de la palabra latina frater que significa hermano y cide que significa matar) es el delito que consiste en dar muerte deliberadamente a un hermano.
La historia de fratricidio que quizá venga primero a la memoria es el de Caín y Abel. Pero hay otro que es igualmente importante por darse como mito fundacional de una ciudad emblemática cuando se piensa en el origen de la cultura occidental: Roma. El duelo de hermanos entre Rómulo y Remo termina con la muerte de este último y con la fundación de la gran Roma.
Así que, como vemos, el tema tiene una larga historia. La fuerza simbólica del duelo de hermanos tiene fuentes importantes para nutrirse.
De acuerdo a la leyenda Rómulo y Remo son hijos del dios de la guerra, Marte, y de Rea Silvia. Al nacer fueron arrojados al río Tíber para salvarlos de una muerte segura, dado que su madre había sido condenada a permanecer virgen como sacerdotisa de la diosa Vesta. Pero, como bien se sabe, una loba llamada Luperca los recogió y amamantó cerca de su guarida en el Monte Palatino. Ya en esta parte de la historia se pueden encontrar elementos comunes a otros mitos y leyendas como la imagen de los niños salvados de la muerte arrojados al río. Pero lo más importante viene con lo que pasa con esos hermanos.
La discusión entre Rómulo y Remo tiene lugar al momento de determinar el lugar en el que se fundaría una nueva ciudad. Rómulo, siguiendo el ritual de fundación, trazó un recuadro en la cima del monte Palatino para delimitar la ciudad. Estos límites son sagrados desde el primer momento. De ahí que Rómulo jura matar a cualquiera que se atreviera a cruzarlos. Remo, que no estaba de acuerdo con el asentamiento elegido, los cruza mostrando su desprecio y es por eso asesinado por su hermano.
Así pues, la fundación de Roma no demandaba sangre. El asesinato se da por una afrenta a una ley superior. Algo típico del mundo grecolatino: el enfrentamiento entre la ley divina y la ley humana. El duelo de hermanos entre Rómulo y Remo lo representa y da pie a la civilización que inicia decantándose por el respeto a lo más alto.
La historia bíblica es mucho más conocida, sin duda. Los hijos de Adán y Eva, marcado ya por la desobediencia al mandato divino, añaden un poco más de distancia con su creador.
La historia es más bien simple: ambos ofrecen el producto de su trabajo como ofrenda al Señor, pero éste prefiere las carnes que le ofrece Abel y desprecia la cosecha de Caín.
En el Antiguo Testamento el aroma de la carne y grasa está siempre presente en las ofrendas. Pero Caín no tolera el desprecio y deja que los celos le lleven a desatar ese duelo de hermanos que culmina con el asesinato de Abel. Dios pregunta a Caín por su hermano y éste niega conocer su paradero a pesar de que, como es evidente, quien le interrogaba sabía ya lo sucedido.
El resultado es el destierro de Caín que, además, lleva una marca pues nadie sobre la tierra puede matarle por mandato divino. En este caso lo que se funda es una raza entera: la de los hijos de Caín. Una raza marcada por una nueva variante del pecado, a saber, el homicidio. Lo curioso es que el crimen no se paga con la vida. El precio es el destierro y la condena a ir por el mundo con una marca. Se ha dejado de ser inmaculado. Los celos que llevan a un sangriento duelo de hermanos muestran que la divinidad marca su distancia con aquellos que desobedecen. Condena al exilio, lo que parece ser un castigo más grande que la muerte.
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