Finisterre era el final de la tierra conocida por los romanos.
Pero no es, en absoluto, el final del camino ni el final de la vida.
Pero hoy, la familia de la Guardia Civil está de luto. Nos explican que tienen una canción para despedir a los «suyos»:
La muerte no es el final.
¿Qué significa realmente que LA MUERTE NO ES EL FINAL?
La muerte sí es el final de la vida tal y como la conocemos pero...es realmente el «nacimiento» a la vida eterna. Vamos a ver si ponemos «luz a ese túnel».
Nadie ha regresado de la muerte, excepto Jesús. Con lo que NADIE sabe qué pasa en el momento de morir o en el más allá.
Según la fábula:
1.- ¿Por qué comportamiento se quedan las personas en el infierno?
2.- ¿Y en el cielo?
3.- ¿Qué te enseña esta fábula?
El Papa San Juan Pablo II (1920-2005) en la Catequesis sobre el infierno, 28 de julio de 1999, nos explica que:
- El cielo como amistad con Dios:
El “cielo” o la “bienaventuranza” en la que nos
encontraremos no es una abstracción, ni tampoco un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con la Santísima Trinidad. Es el encuentro con el Padre, que se realiza en Cristo resucitado gracias a la comunión del Espíritu Santo.
- El infierno como rechazo de Dios: Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el infierno deben interpretarse correctamente. Expresan la completa frustración y vaciedad de una vida sin Dios. El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrase quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría.
Pero volvamos a la resurrección y exactamente al problema histórico de la resurrección de Jesús.
- Con ojos no creyentes, Jesús sería un candidato a Mesías de entre otros muchos, y que, respecto a éstos, está en clara desventaja por su final de fracaso en la cruz. Pero ninguno de esos «mesías» tuvo seguidores de sus causas. Del único que, tras su muerte, se proclama que ha resucitado por la acción de Dios, es de Jesús.
- Desde un punto de vista histórico, podríamos decir que:
- La muerte en cruz de Jesús es un dato cierto. Su existencia humana acabó en un fracaso evidente.
- El efecto de este acontecimiento produjo en sus discípulos diversas experiencias: hubo una desbandada tras el prendimiento de Jesús, Pedro lo niega tres veces, interpretan su muerte como el fin de sus esperanzas (discípulos de Emaús)... Los discípulos, de origen judío, pensarían que Dios no estaba de parte de Jesús. Tras su muerte tienen conciencia de que todo se ha acabado. Es más, ni siquiera han creído en la causa de Jesús, porque lo esperaban como el Mesías libertador de Israel.
- Estos mismos discípulos desesperanzados y con miedo, poco tiempo después comenzaron a dar testimonio de Jesús, anunciando que Dios lo había resucitado, y algunos de ellos sellan con su vida este testimonio. Este cambio que se produce, desde el punto de vista humano, resulta inexplicable. El Nuevo Testamento es unánime respecto al cambio, y proclama que Dios había resucitado a Jesús.
- Para el historiador, este cambio radical le plantea un gran interrogante. No puede verificar ni demostrar lo que proclama el Nuevo Testamento, pero tampoco lo contrario. Sólo sabe que algo muy importante ha tenido que suceder. A este acontecimiento se le da el nombre de resurrección.
La resurrección de Jesús no es un hecho realmente registrable en la historia; nadie hubiera podido fotografiar aquella resurrección. La resurrección de Jesús objeto de nuestra fe es más que un fenómeno físico. De hecho, los evangelios no nos narran la resurrección: nadie la vio. Los testimonios que nos aportan los evangelios son experiencias de creyentes que, después de la muerte de Jesús, «sienten vivo» al resucitado; no son testimonios del hecho mismo de la resurrección.
La resurrección (tanto la de Jesús como la nuestra) no es una vuelta hacia atrás, sino un paso adelante, un paso hacia otra forma de vida, la de Dios.
Pero nosotros nos parecemos más a santo Tomás, el discípulo incrédulo. Para Tomás fue imposible creer que alguien ya muerto podía tener vida de nuevo (aunque lo había visto cuando Lázaro fue resucitado por Jesús).
Nosotros a veces creemos, otras veces dudamos, esto es normal. No todas las cosas tienen explicación. Pero debemos creer en Jesús porque Él siempre dice la verdad, como cuando les dijo a sus discípulos que iba a volver a vivir después de su muerte. Así fue.
Definitivamente, LA MUERTE NO ES EL FINAL
El Guardia civil finisterrano es un hombre muy prudente (como todos) y no nos explica que hay gente que se alegra de la muerte de un Guardia Civil. Pero yo os voy a explicar que, de manera recurrente, aparecen en las redes sociales comentarios de este tipo, tantos que desde la cuenta oficial de Twitter de la Guardia Civil van apareciendo tweets como el siguiente.
¿Os acordáis cuando os expliqué la diferencia entre pecado y delito?
Pues desear la muerte de alguien es un pecado, aunque no sea delito.
Este tweet de la Guardia Civil, ilustrado por una viñeta de Mafalda de Quino, nos enseña muchísimas cosas:
1.- Por mucha «rabia», «coraje», «asco», o como le quieras llamar, a un insulto que te hagan nunca respondas con la misma moneda
2.- Pon siempre «la otra mejilla» como decía Jesús en el SERMÓN de la MONTAÑA.
¡Ojo! Poner la otra mejilla nunca se debe entender en el sentido literal. Era una gran ofensa para los judíos. Somos buenos, no tontos.
3.- Nosotros le contestamos al tweet de la Guardia Civil con otra viñeta de Mafalda: no hace daño quien quiere, sino quien puede.
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